El acto de tomar una fotografía ha evolucionado tanto que prácticamente no se parece en nada a lo que era hace apenas una década. Es cierto que la llegada de la fotografía digital, especialmente con el abaratamiento de las cámaras compactas, al alcance del consumidor medio, doméstico o amateur, significó un cambio importante, fundamentalmente en términos de procesamiento y almacenamiento. Es fotografía digital por cuanto ya no había un proceso químico sino electrónico, que la imagen real ya no es captada por película fotográfica sino por un sensor de imagen, que transforma la imagen en píxeles, y procesada por los componentes informáticos incorporados en la cámara. Y luego es procesada por software de edición de imagen como Photoshop para, en último término, ser impresa físicamente. La digitalización de la imagen fotográfica, hasta aquí, había transmutado el panorama, pero se trataba de un cambio de forma, una evolución de la antigua fotografía analógica hacia un sistema más avanzado, pero que reproducía el modelo anterior. La verdadera revolución estaba por venir, y vendría de la mano de uno de los dispositivos tecnológicos más disruptores desde la imprenta: los teléfonos móviles. […]