Nuestro mundo digital es cada vez más visual. Gracias al aumento en el ancho de banda y la extensión de la capacidad de transmisión 4G, los móviles producen cada vez más información en formato visual. A través de aplicaciones como Instagram, los smartphones se convierten en vehículos para la creación, manipulación y difusión inmediata de imágenes captadas espontáneamente. Esta capacidad productora ya no es elitista, se ha democratizado completamente. Todos llevamos una cámara en el bolsillo, incorporada a nuestro smartphone. La imagen es así no sólo un medio de expresión, de prescripción de sentidos, sino un lenguaje universal, una forma natural y espontánea de relacionarnos con los demás.
Pero Instagram supone aún algo más para las Ciencias Sociales y las Humanidades Digitales: es una ventana abierta para observar cómo se construye socialmente nuestra cultura visual a nivel global, en entornos locales. A través de las imágenes que se publican en esta aplicación podemos ver cómo se construye la imagen de una ciudad como Granada, cómo se diferencia la visión de una misma ciudad si el fotógrafo es residente o turista, qué zonas interesan más visualmente a unos u otros, qué comunidades y redes sociales se crean en torno a intereses que usan la aplicación para mostrarlos de manera visual; en definitiva, podemos observar los patrones culturales y espacio-temporales, de desigualdades y divisiones sociales, de interacciones y comunicaciones que caracterizan, configuran y hacen respirar a una ciudad.
En este trabajo en desarrollo, y a través de un corpus de casi tres millones de publicaciones, con sus respectivas imágenes extraídas de la red social Instagram, se muestran las potencialidades investigadoras de la aplicación como herramienta metodológica para acercarse a la construcción social de la imagen urbana y, por extensión, de la construcción de la cultura visual glocal y urbana.